9 ene 2008

"Puras Joyitas"

Hace unas semanas vi la película venezolana “Puras Joyitas”. Me abstuve de escribir cualquier cosa sobre ella porque me pareció intrascendente, pero si he de decir mi opinión al respecto, diría que es mala. Una comedia que da risa, pero que no logra ir más allá de eso. Por tanto, como no era una película que recomendaría, ni tampoco hay mucho más que pueda decir al respecto sin hacer un intento más o menos forzado de utilizar palabras que en realidad no entiendo bien acerca de cinematografía, simplemente no dije nada acerca de ella en este, mi blogsito.

Pero ahora que he leído una reseña de Alonso Molina creo que puedo decir algunas cosas más, sin plagio alguno, pero con la ayuda de un experto:

Primero. El protagonista (Sin Nombre) de la película es además nuestro anfitrión. Es él quien, viendo directamente a la cámara y hablando con nosotros, nos da la bienvenida, “pues antes de establecer el primer conflicto de la trama el propio SN define su perspectiva y sus consideraciones —digamos filosóficas— sobre su oficio y la naturaleza de sus asociados”, dice Molina, y esto está perfectamente bien. Un comienzo prometedor. Excelente introducción que se va extendiendo eternamente hasta el final de la película. El señor sin nombre, de esta forma, pasa todo el largometraje haciendo pausas para hacernos un comentario viéndonos directamente a nosotros, para darnos su opinión, su visión de las cosas o una explicación propicia de lo que sucede. Es pues, el abuso del monologo, y, por cierto, de los discursos rebuscados. Esta fue una de las cosas que más me disgusto de toda la película.

Segundo. Nos dice Molina “…una combinación de acciones no realistas, más bien celebrativas, que buscan generar la risa del espectador. Y lo logran”. Es cierto, la película es cómica, pero ni siquiera una llamada “comedia” se puede quedar en sólo dar risa.

Tercero. Por mucho que no me haya gustado, tengo que reconocer que Molina si tiene toda la razón cuando nos dice que al finalizar la película no encontraremos cabos sueltos en el desenvolvimiento de la trama. Cierto, por lo menos, todo concuerda aunque no de la mejor forma posible.

Cuarto. La ridiculización del “culto a la belleza” que nos infla a todos aquí en Venezuela es uno de las cosas que más a favor supieron utilizar sus realizadores. Esa frivolidad estúpida que hace a muchos venezolanos sentirse orgullosos de ser el “país de las mises” y que hace que el Miss Venezuela sea el programa de mayor audiencia a nivel nacional. Esto es lo mejor de la película (además de la presencia y actuación de Wildpret), a saber: la ridiculización de la ridiculez que implica toda esta realidad cotidiana (las tetas plásticas, las mises, los misters, los consejos de belleza, la obsesión por la firmeza, el gym, etc.); aunque siempre con concesiones, nunca llega a atacar realmente a esta “cultura” con la que “nos” identificamos tanto, más bien la utiliza para que “nos” riamos de “nosotros mismos”.

Por último. En conjunto “Puras Joyitas” me resultó decepcionante. Decepción que de cierta forma fue apaciguada gracias a una anterior decepción con su homologa “Elipsis”, ya que estaba prevenido porque desde el trailer la similitud se notaba. Homologas en cuanto a estética, más o menos similar, y sobretodo, en cuanto al esfuerzo casi descarado de hacer algo “distinto” al cine venezolano, lo cual se traduce en una imitación de la industria gringa o de cualquiera de esas películas que venden mucho, con esos tantos clisés aunque, claro ésta, criollisados para que lo entendamos mejor y sea mejor el efecto. Otras películas como “Secuestro Express” aunque se quedan con el malandreo y la violencia autóctona y realista de la que tanto se ha abusado en nuestro cine, me parece que están mejor logradas y tienen una mayor profundidad. Lo que, por supuesto tampoco quiere decir que toda “película venezolana” tenga que quedarse con esos patrones ya tan recalcitrantes, especialmente en el cine post-“Sicario”, pero no hay que caer tampoco en clisés a los que nos tienen acostumbrado un 95% de las películas que llegan a nuestras salas, sólo para ¿vender más? o ¿hacer un cine “distinto”?

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