Yo no creo en la suerte como tal, pero igual: hay gente que definitivamente tiene algo (que si, a falta de cualquier otro término, podríamos llamar “suerte”) para andar por la vida y ganarse las cosas sin mucho esfuerzo.
Una compañera de estudio es el ejemplo vivo. Desde que estudiamos juntos siempre le ha dado flojera (ir a, estar en) la universidad, le fastidian los profesores y, aunque según ella le encanta la sociología, odia todas las materias, todos los temas, etc. Nunca estudio demasiado, pero si lo suficiente como para pasar los exámenes con, al menos, un cinco, de diez. Tampoco estudiaba para las exposiciones, pero si lo suficiente como para confundir al profesor o la profesora y hacerle creer que sabía de lo que estaba hablando. Aderezando sus intervenciones con ejemplos de la vida real y sonrisitas simpáticas, aquí a veces lograba hasta sacarse un siete. Pero lo más cumbre de todo es que siempre, siempre (y no miento ni me equivoco cuando enfatizo diciéndolo dos veces) conseguía a alguien con quien hacer las cosas, lo que equivalía a que ella no hiciese nada. Era (o es) pues, una adoradora de los grupos o, mejor dicho, de las evaluaciones del tipo que fuesen, pero que se pudiesen hacerse entre dos o más personas. Cada vez que se hablaba de evaluaciones ella intervenía para sugerir que se hiciese en grupo de dos o más. Así que, con razón, poco a poco todos se fueron alejando de ella, en el sentido de no elegirla ni buscarla (ni acercársele) cuando de buscar un compañero de trabajo se trataba, aunque hasta estos últimos momentos a alguna de sus amigas ha logrado convencer de que trabaje “con” ella en alguna que otra evaluación.
Ahora que estamos por graduarnos, puedes preguntarle cualquier cosa de la carrera teniendo la certeza de antemano que poco o nada va a ser lo que te dirá. Y a pesar de eso, por extrañas razones del destino y por juegos macabros de la vida, una de las pocas profesoras que siempre está dispuesta a ayudar a alumno o alumna que se lo pida resulto ser la vecina de toda la vida de su ex novio, y aunque se haya acabado el amor donde lo hubo la afinidad con la gente de su ex parece estar intacta. Así que la profesora la ama y ya le ha conseguido una pasantía que comienza el próximo lunes; mientras que todos los demás (es decir, los que le hicimos los trabajos que le permitieron pasar algunas materias) estamos analizando aún nuestras precarias opciones. Sin tema concreto para la tesis, sin asesor, pensando en las ventajas de hacer pasantía, verificando si existen otras alternativas posibles. Y no es que uno se moleste porque todo le salga bien tan fácilmente y sin esfuerzo de ningún tipo, pero hay que ser ciego para no darse cuenta de lo injusta que puede ser la vida (o dios, o el cosmos), porque aceptémoslo: a este paso, esta compañera será la primera en graduarse del grupo.
C'est la vie…
2 comentarios:
SUCEDE MUCHÍSIMO, DE VERAS.
Yo nunca en mi historia academica he cargado con "bacalaos"... No nos llevamos bien, los repudio enseguida... Quizás por eso en la universidad, pasaba de ser odiado por algunos y amado por otros... Pero es necesario... Saludos Pablito
P.S.: Adoro tu nueva plantilla!!!! Y gracias por enlazarme!!!
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