14 ene 2008

Susana Veneno, Drake y Sabato

Hace algunos años, gracias a la Internet y en particular a uno de los primeros blogs que tuve, conocí a una señora que se llama o llamaba Susana. Digo “o llamaba” por dos razones. Primero, por esa mala costumbre que tiene uno de asumir ¿inconscientemente? que la gente se muere cuando uno la deja de frecuentar o deja de saber, o simplemente deja de intimar con ella. Y segundo, por su manía (la de Susana) de cambiarse el nombre. Susana Veneno fue el primero que yo le conocí, luego otros que no recuerdo y algunos que no sabría escribir, la mayoría de las veces permanecía su nombre y su apellido se metamorfoseaba al mismo tiempo que ella aparecía repentinamente escribiendo en un blog nuevo.

Nuestra relación era a distancia. Nos comunicábamos por medio de emails y nunca nos conocimos en persona, ni siquiera hablamos por teléfono una vez, aunque ella trato de llamarme en varias ocasiones pero por equis circunstancias nunca llegamos a hablar. Poco a poco, después de habernos contactado a través de nuestros blogs, comenzamos a escribirnos cada vez con más frecuencia. Correos largos en los que nos describíamos a nosotros, al comienzo, y luego, en unos más cortos, ella me contaba algunas cosas de su vida y yo lo mismo de la mía. A ella fue la primera persona a la que le dije que era gay (excluyendo gente Chat o similares a los que nunca pretendía ni esperaba conocer). Susana era una persona de las que yo pensaba que nunca conocería. Yo era un niño entonces, a pesar de no serlo de edad, conocía poco de todo, poco del mundo y muy poca gente, y a decir verdad, creo que no me interesaba conocer mucho de lo que estaba a mi alcance, me interesaba más bien ese tipo de gente como Susana; que me dijo algo como “ah OK” cuando yo le dije que era gay, y a continuación me comento acerca de su amigo gay (el cliché, si, pero bueno). (Gente como ella que hizo su pasantía-tesis en un circo, del cual quedo enamorada.) Los correos que yo le mandaba, especialmente al comienzo, me tomaban un rato largo escribirlos, porque como su forma de escribir me impresionaba un poco por ser muy buena, bonita y un poquito rebuscada, yo trataba de estar a la altura, aún cuando lo que le fuera a decir fuese de lo más trivial.

Susana era exquisita, en el sentido que se le quiera dar a la palabra, da igual, esa palabra siempre le quedará bien a ella. Era una nómada. Una persona de esas que pasan y marcan levemente tu vida pero se tienen que ir, nadie puede ni debe hacer nada por detenerlas. No se si aún sea nada de eso, quizá allá cambiado, no se si aún sea Susana tampoco. Lo último que supe de ella fue hace mucho tiempo, y contactarla (aunque no lo he intentado, a decir verdad) es un poco difícil porque así como cambiaba de nombres y blogs también cambiaba de emails. Se que se fue a vivir a Estados Unidos con su esposo ¿Bill? y estando allá hablamos varias veces, si mal no recuerdo. Sin embargo, poco a poco Susana desapareció de mi vida y de mi bandeja de entrada, de mi PC en general. Ya mucho antes de que dejará de saber de ella casi no nos comunicábamos por ningún medio, y sus correos últimamente eran para avisarme la dirección donde estaba un nuevo blog o cosas por el estilo, o correos tipo cadenas (que en realidad no lo eran, pero así llamo yo a todos los correos que no son dirigidos exclusivamente a mi, aunque, demás decirlo, no tenían nada que ver con lo que uno regularmente tilda con ese nombre). Al final, a Susana le debo cosas pequeñas pero sustanciales, como saber que existe Nick Drake y “El Tunel” de Sabato.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te depravaste :)