Ayer termine de leer este libro (¿Tener o ser?) que, según sé, fue el último que Erich Fromm publicó en vida. En éste nos encontramos con algunos lugares comunes del pensamiento frommiano: la necesidad de un cambio en la orientación del carácter de los seres humanos, o de la mayoría, para así alcanzar el cambio social que necesitamos, de lo contrario, pronostica este autor (y cita a otros que dicen lo mismo), nos convertiremos en autómatas deshumanizados idolatras de las máquinas y la técnica, y finalmente, el afán de dominio de unos individuos sobre otros, de unas naciones sobre otros, nos llevaran a una nueva guerra que en definitiva sería un suicidio masivo*. La cuestión es, según Fromm (y no es muy difícil constatarlo en la realidad, aún hoy, casi veinticinco años después de la publicación de este libro), que en realidad no estamos viviendo nuestras vidas como deberíamos, que estamos desperdiciando la experiencia de la vida y nos estamos quedando en lo superficial, literalmente, en lo que él llama el modo de existencia de tener. El cambio pues, debe darse hacia un modo de existencia de ser.
Este libro bien podría considerarse una síntesis de la filosofía social y ética y del pensamiento sociopsicoanalítico de Fromm. En él reduce las cinco orientaciones del carácter que había expuesto en Ética y Psicoanálisis a dos: tener y ser. Si antes había planteado la existencia de cuatro orientaciones, o modos de existencia, improductivos, dañinos para el ser humano, éstas pueden ser resumidas a una sola: la orientación al tener. Los cuatro caracteres improductivos serían: a) el carácter receptivo, b) el carácter explotador, c) el carácter acumulativo, y d) el carácter mercantil; entonces respectivamente los cuatro caracteres improductivos son formas en que se manifiesta la orientación al tener: a) sumisión, b) dominación, c) aislamiento, y d) indiferencia o intercambiabilidad. Por otra parte, el modo de existencia ser, es la expresión del carácter productivo; y es este “modo de existencia” el que tanto va a defender Fromm a lo largo de toda su obra.
Demás está decir que Fromm habla aquí, como en Ética y Psicoanálisis, de tipos ideales. Nadie tiene un carácter totalmente productivo, nadie tiene una orientación al ser, en la plenitud de su personalidad; pero tampoco nadie tiene un carácter totalmente improductivo. Por el contrario, tenemos aspectos diversos que nos dan una personalidad única, donde confluye lo genético y lo social, lo natural y lo cultural. Sin embargo, la sociedad nos induce hacia una forma determinada de existencia, nos transmite, a través de la familia y la escuela, un carácter social determinado, y de éste va a depender en gran medida la orientación que tengamos en nuestro carácter individual. Por tanto, la finalidad de los seres humanos no es adaptarse a la sociedad, no a cualquier sociedad, ya que la sociedad puede estar enferma y en ese caso transmitirá un carácter social improducto e insano a sus miembros. La solución es el cambio radical, la revolución ética, moral, política, económica, cultural y social, pero que tiene que partir del cambio individual. En este punto, el pensamiento de Fromm se vuelve un poco enmarañado y es difícil entender cuál es la solución, pues si la sociedad determina al individuo y el individuo a su vez determina la sociedad, es prácticamente imposible encontrarle salida a este circulo vicioso cuando uno y otro están enfermos. Fromm resuelve esto en la parte final de este libro, y, según entiendo, propone atacar el problema desde dos frentes: desde el Estado como instancia regulativa más no represiva (Fromm siempre defiende la libertad), y desde la ciudadanía consciente que logre transmitir su “mensaje de amor” a los demás individuos que aún se encuentren “enajenados”. Es decir, todo depende entonces de un grupo de individuos (políticos que alcancen el poder y ciudadanos que sirvan para expandir el cambio) que logren romper con las limitaciones que les impone la sociedad y el carácter social.
(Fromm a diferencia de otros autores, no enaltece una clase o un grupo particular como redentores de toda la humanidad, por el contrario considera esto casi un absurdo ya que prácticamente todos los individuos están imbuidos en el círculo vicioso del que son parte, tanto proletarios como burgueses, por lo tanto, la “salvación” no va a venir de una clase determinada sino de individualidades que hayan alcanzado un desarrollo humano y personal que les permita trascender sus “realidades”, y ver más allá. Este aspecto es una fortaleza del pensamiento frommiano en tanto no considera el mesianismo de un grupo particular como solución. Pero es, según mi opinión, también una debilidad en cuanto, a diferencia de Marx y Marcuse, entre otros, no pone en manos de nadie la batuta de la revolución, de la liberación humana, lo que hace más difícil explicar realmente cómo vamos a pasar de una sociedad totalmente enajenada a una sociedad verdaderamente libre).
Finalmente, algo que me parece destacable de este libro, así como de toda la obra de Fromm, es el enfoque psicológico y psicosocial que este autor da al socialismo, más allá de lo económico y lo político. La explicación del socialismo se da a partir del psicoanálisis individual de los seres humanos, de su carácter. El carácter individual es del que dependerá el cambio de toda la estructura social, sin embargo, el carácter individual, como ya dije, esta supeditado al carácter social. En resumen, el socialismo es un cambio radical en la estructura psicológica de los individuos y no un cambio superficial de valores, o lo que en muchos casos ha sido (mal) llamado socialismo: una sustitución de una elite dominante por otra. En este sentido, lo dice el propio Fromm (como muchos otros), el socialismo no se decreta, el socialismo se construye (de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo).**
* Esto último debe entenderse especialmente en el contexto que fue escrito este libro: la amenaza de una guerra nuclear entre la URSS y EEUU.
** Fromm plantea, de hecho, que los cambios necesarios para pasar del sistema imperante a un socialismo humanista y democrático, pueden darse incluso dentro del marco de las Constituciones de la mayoría de los países occidentales. Es interesante esto especialmente en el caso de Venezuela, en el contexto actual, donde se propone una “necesaria” reforma constitucional para poder instaurar el socialismo. Más interesante aún es cuando observamos la coincidencia entre el sistema venezolano que consagra la vigente Constitución (“democracia participativa”), y el sistema político que propone Fromm para que el socialismo sea una realidad. Fromm lo llama “democracia participante”.